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LA VIDA MATRIMONIAL DE OSEAS
El libro de Oseas comienza con una historia de amor conyugal. El hecho aquí relatado no es una ficción literaria o una mera alegoría, sino una acción simbólica real, al estilo de las realizadas por otros profetas. Sólo que en este caso no se trata de un episodio esporádico, sino de una vivencia personal, en la que Oseas ve comprometida toda su existencia. Antes de proclamar su mensaje, él tiene que vivirlo personalmente. Así el profeta se convierte en un signo viviente, tanto por su extraña experiencia conyugal como por los nombres simbólicos que reciben sus hijos.
Es muy difícil reconstruir con precisión la historia matrimonial de Oseas y coordinar los relatos de los capítulos 1 y 3. Pero, más allá de los detalles anecdóticos, lo que resalta con toda claridad es el significado de este gesto simbólico, interpretado por el mismo profeta. El matrimonio de Oseas es la imagen de la Alianza que el Señor estableció con su Pueblo: una Alianza establecida por la libre iniciativa del amor divino, destruida por la infidelidad de Israel y renovada por la misericordia del Señor, que perdona la ofensa y vuelve a desposarse con su Pueblo purificado y arrepentido.
El matrimonio de Oseas y el nombre simbólico de sus hijos [ 2 | 9 ]
Ver nota 1 Rey. 11. 30. “Una mujer entregada a la prostitución”: como Oseas llama “prostitución” a la idolatría, es muy probable que esta expresión tenga aquí un significado metafórico. La esposa de Oseas no sería entonces una mujer de mala vida, ni tampoco dedicada a la prostitución sagrada en algún santuario, sino una israelita devota de Baal, el dios cananeo de la vegetación y la fertilidad.
En “Izreel”, ciudad situada en la llanura del mismo nombre, entre Galilea y Samaría, Jehú había hecho masacrar a toda la familia de Ajab (2 Rey. 9. 30-37; 10. 11).
El “arco” es símbolo del poderío militar.
“El que es”: esta es una clara alusión al nombre con que el Señor se reveló a Moisés en el Sinaí. Ver nota Éx. 3. 13-15.